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EXPOSICIONES PASADAS 2013/2014 2023 · 2021/22 · 2019/20 · 2017/18 · 2015/16 · 2013/14 · 2012 · 2011 · 2010 · 2009 · 2008 · 2007 · 2006 · 2005 · 2004 Sesión
Como afirma Joan Nogué en su libro La construcción social del paisaje, de donde está tomado el título de esta exposición, el paisaje "no solo nos muestra cómo es el mundo, sino que es también una construcción, una composición, una forma de verlo”. En este sentido, el paisaje no es la naturaleza o el lugar que se contempla, sino lo que se construye a partir de estos. En este caso, es una elaboración realizada a través del proceso creativo en el que la intención, intervención e interpretación del artista da como resultado una visión o una idea. Incluida dentro de la sesión expositiva Paisaje: contemplación, memoria y activismo, esta exposición reúne una amplia selección de obras en diversos formatos (fotografías, pinturas, dibujos, instalaciones y vídeos) y procedentes tanto de los fondos del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo como de la Colección DKV y la Nueva Colección Pilar Citoler que nos muestran algunos de los principales caminos que han seguido los artistas de las últimas décadas a la hora de abordar y (re)interpretar el tema del paisaje: desde el acercamiento a la naturaleza, entendida a veces de forma concreta y otras de modo abstracto, o la concepción de la memoria como un elemento fundamental en su construcción, hasta la representación de la ciudad posmoderna y su periferia de límites indefinidos como punto de partida para reflexionar sobre la ruina, el abandono o la estética de lo degradado.
Esta exposición puede verse como un prolongado viaje a lo largo del Guadalquivir, desde la ribera de La Cartuja, cuando aún era terra ignota, hasta su llegada al mar en Sanlúcar de Barrameda. Pero el viaje cambia al viajero y las obras de Carmen Laffón, midiéndose con los diversos temples del río, abren un segundo camino a través del propio paisaje. Aún cabe señalar otro trayecto, modelado por la misma pintura: medidos trazos en Sevilla, materia ascendente en Bonanza, arquitectura del color en el Coto, serena sucesión de formas paralelas en La Jara. El viaje exige un lugar de retiro y Laffón lo encuentra junto al río, en la viña que rodea su estudio de La Jara. La viña es así paisaje y lugar, como también lo son los dibujos del Generalife que oponen al esplendor de la vid la reservada sensualidad del jardín árabe. El lugar crece con quien lo habita. Laffón lo ve formarse en los objetos que condensan ese esfuerzo, sea intelectual o físico: en los textos e imágenes que permiten rastrear el mundo poético del autor del Quijote pero también en los materiales y herramientas que jalonan el día a día de un taller metalúrgico o en el modesto utillaje que sostiene la milenaria cultura de la cal. La muestra al fin completa un gran ciclo: vuelve a La Cartuja, al Jardín de la Prioral, como si la autora trasladara su estudio al enclave que, en 1976, indagaron los dibujos que abren la exposición.
Esta exposición se ha concebido como un tránsito a través de la trayectoria de Antje Schiffers (Heiligendorf, Alemania, 1967) para quien siempre ha sido fundamental trabajar en red y en colaboración, tanto con otros artistas, como con agricultores, ganaderos, artesanos o trabajadores fabriles de los lugares en los que ha ido residiendo. En la muestra se propone una especie de puesta en escena, en forma de historia, de diferentes proyectos de Schiffers, buscando una nueva forma de presentación o haciendo que ésta sea parte del discurso. La idea es que el recorrido expositivo, al tiempo que da cuenta de la trayectoria de esta artista, sea generador de un relato o discurso tramado con las obras, los murales, los dibujos, los préstamos y contribuciones o la documentación videográfica como evocaciones de paisajes y de experiencias que son "revisitados" y a la vez "recreados", contribuyendo así a activar una reflexión crítica en torno a aspectos cruciales de la agenda del arte contemporáneo: las prácticas situadas y contextuales, los ejercicios dialógicos, las potencialidades y contradicciones del uso de cierto tipo de información "humilde"... Para que la lógica de sus trabajos conecte con el entorno andaluz, la artista ha propuesto diferentes elementos contextuales que servirán como guía para nuevas producciones relacionadas, por ejemplo, con los productos de la huerta del CAAC, la cerámica Pickman de la Cartuja o algunos restos de la Cruz de mayo sevillana. Producciones que redundan en los temas e intereses habituales en el trabajo de Schiffers.
Este proyecto expositivo aborda las circunstancias del momento actual a partir de lo que se espera, desea o intuye del inmediato futuro. Se trata de una muestra multidisciplinar que a través de vídeos, instalaciones, pinturas, dibujos y fotografías de una veintena de artistas y colectivos internacionales contemporáneos examina algunos de los rostros posibles de la utopía en el mundo contemporáneo. La exposición se articula en torno a tres capítulos estrechamente conectados: Reactivar la utopía, donde se analiza la posibilidad de imaginar nuevas utopías u horizontes utópicos frente a la idea de una realidad inamovible delineada por el neoliberalismo; La modernidad, ¿un proyecto inconcluso? que reflexiona sobre la vigencia y potencialidad política y transformadora de una serie de propuestas artísticas -algunas de ellas de las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo- que, herederas de la modernidad, idearon diferentes formas de desarrollo y de convivencia para su futuro inmediato; y El futuro ya está aquí, que explora el radical malestar que ha calado en la sociedad tras años de la que se califica como la primera gran crisis de la globalización.
La colaboración y la suma de aportaciones de conocimiento de distintos individuos y colectivos ha sido a lo largo de la historia una práctica más común de lo que quizás se haya reconocido. En el caso del arte, frente a las ideas de singularidad y de genio, tan características del romanticismo, históricamente el conocimiento ha sido colectivo, fruto del taller y de la transmisión de saberes, formas y estilos. En las vanguardias históricas y de postguerra del siglo XX fueron habituales los trabajos colaborativos, los grupos artísticos y la unión de creadores con una fuerte voluntad transformadora. Una tendencia que se ha mantenido en las últimas décadas, cobrando especial relevancia tras la emergencia de Internet y de la Web 2.0. La presente exposición reúne una selección de obras de los fondos del CAAC que nos muestran algunas de las diversas formas en las que, en el ámbito de la creación artística contemporánea, se ha materializado esta apuesta por el trabajo colaborativo, por la construcción de conocimiento de manera comunitaria. Desde obras de los seminales Equipo 57 (grupo con el que se inicia cronológicamente la colección del CAAC), Equipo Crónica o los sevillanos Equipo Múltiple, hasta propuestas mucho más recientes de colectivos como Zemos98 y Flo6x8 o de uniones de artistas como Costus, Bleda y Rosa, MP&MP Rosado o Libia Castro/Ólafur Ólafsson, pasando por piezas relacionadas con revistas como AFAL, Separata y Figura, o trabajos ligados a diferentes proyectos colaborativos que se pusieron en marcha en los años 60 y 70 del siglo pasado, como Satellite Telecast o el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid.
Sesión Por otro lado, y también en relación con la pintura figurativa, pero desde una óptica feminista, se presentan dos exposiciones de dos artistas alejadas en el tiempo y en las formas, como son Sylvia Sleigh y Tala Madani, que tienen un común interés por abordar la representación de la masculinidad. A ellas se suma desde su propia óptica Guillermo Pérez Villalta, que desde el pensamiento, la sexualidad y el deseo homoerótico, también ha abordado el análisis de la imagen de la masculinidad. El legado de Pérez Villalta, tras una generosa donación, se ha incorporado a la colección del CAAC. De igual modo, una importante parte de la exposición de Alfonso Albacete ha sido donada por su autor al museo. El tercer eje lo componen tres proyectos expositivos específicos e individuales de tres artistas (Miki Leal, Pereñíguez y Mariajosé Gallardo), que al igual que los miembros del Grupo Figura, coincidieron en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, aunque más de una década después. Para estos tres artistas la práctica pictórica y la herencia de Figura continúan siendo relevantes.
En su obra Tala Madani (Teherán, Irán, 1981) reflexiona sobre la masculinidad, las dinámicas de grupo, la sexualidad y los juegos de poder, temas que explora desde el humor que ella ha declarado que utiliza para que el espectador "baje la guardia". En sus pinturas representa a hombres satisfaciendo sus necesidades fisiológicas y en momentos sumamente íntimos compartidos de una manera extraña. Dejando a un lado lo corporal, algunas de sus obras hablan de un éxtasis religioso, espiritual o sexual; son como enredos inextricables y perturbadores en los que la violencia competitiva queda reducida a una impotencia absurda y se critica a las camarillas masculinas de poder. Con frecuencia, el trabajo de Madani parece tener un carácter narrativo y en él encontramos referencias tanto a los cómics de Alan Moore y Robert Crumb como a la historia reciente del arte (del expresionismo abstracto al minimalismo, de la pintura de goteo de Jackson Pollock a la técnica de derrame pictórico de Morris Louis).
La puesta en escena de una exposición "retrospectiva" es el principio organizador de este proyecto que Guillermo Paneque ha concebido como una oportunidad para establecer asociaciones entre piezas dispares y el contexto local, como una forma de rearticular obras ya realizadas y otras nuevas producidas especialmente para la ocasión. La exposición pone dos mundos en contacto, dos contextos diferentes y dos trayectorias. La primera parte de la muestra, sin un planteamiento cronológico o lineal, prioriza una trama que funciona como un conjunto de intersecciones y de solapamientos de obras y técnicas de diferentes periodos, explorando desde una perspectiva contemporánea la clásica idea de memento mori, símbolo de la fugacidad terrenal, junto a la naturaleza y valores de la creación de un objeto artístico. La segunda parte reúne obras (pinturas y dibujos), objetos y reliquias, material para un posible film sobre el artista sevillano Miguel Pérez Aguilera, maestro de las vanguardias locales.
Asuntos internos ha titulado Alfonso Albacete (Antequera, 1950) esta exposición que presenta más de 150 obras sobre papel, elegidas de entre las guardadas en carpetas, cajones y cuadernos de su estudio, para sugerir un mapa movedizo de los temas, los motivos y los modelos de una obra desarrollada a lo largo de más de tres décadas. Un haz de luz, la expresiva postura de un cuerpo, una forma arquitectónica en medio de un agreste paraje natural, la sombra de una planta en una hoja de papel, una foto en un periódico, el recuerdo de una situación o de un poema… Temas, figuras y objetos que han sido pensados, analizados y sentidos de diversas maneras y en momentos distintos. Sus formas, volúmenes y colores; sus sentidos simbólicos; su pertinencia para expresar lo contemporáneo o lo atemporal, se entrecruzan, dotándose de significados y referencias mutuas, hasta que encuentran su resolución final en una serie de cuadros. Esta exposición muestra las huellas de los procesos a través de los cuales esa sostenida investigación que liga el mundo visible con el mundo de las ideas y de las sensaciones, se va desarrollando. Y también los distintos recursos técnicos y registros mentales y los variados lenguajes que el pintor, con la seguridad de la experiencia o con la audacia del experimento, utiliza para fijarlos sobre el papel.
Los años 80 en la colección del CAAC, así podría subtitularse esta exposición que intenta investigar y narrar cómo este museo ha coleccionado obras tanto de la generación de artistas que despuntó en esa década, como la de aquellos otros de generaciones anteriores que, durante esos años de retorno a la pintura y a la figuración, se vieron influidos por las corrientes internacionales dominantes. El título, tomado del artículo que Rafael Agredano publicó en el primer número de la revista Figura, alude a la distinción que Hal Foster propuso en relación a la estética postmoderna, que en este caso sería más de reacción que de resistencia. En dicho artículo, Agredano también lanzaba algunas propuestas artísticas, como la de tener que pintar conforme a la época, algo que hicieron algunos de sus compañeros, pero también otros artistas que empezaron su trayectoria en décadas anteriores. Para la realización de esta exposición se ha seguido el rastro de las muestras que el antiguo Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla (hoy integrado en el CAAC) y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía llevaron a cabo a lo largo de esa década, como por ejemplo Ciudad invadida o Arte actual. Andalucía, puerta de Europa.
Este proyecto expositivo intenta, a partir de la revista Figura (1983-1986), indagar en la construcción de la imagen artística de los años 80, una década compleja que en ocasiones ha sido reducida a determinados estereotipos estéticos y políticos fundamentados en las corrientes dominantes, pero que también transitó por otros margenes. El objetivo de la muestra no es, por tanto, realizar un estudio exhaustivo de la revista Figura, sino más bien, utilizar la misma como eje articulador y punto de arranque para volver a visitar los años centrales de una década decisiva en la configuración social, cultural y política del territorio donde se insertó y que es, a su vez, el mismo espacio social, cultural y político donde se encuentra y desde el que trabaja el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. De hecho, partiendo de la imagen estética a la que contribuyó decisivamente esta publicación, la exposición también indaga en los orígenes de las instituciones artísticas y políticas actuales andaluzas.
Non Sine Sole Iris (Sin sol no hay arcoiris) es una propuesta expositiva a medio camino entre la interpretación actual de un retablo barroco y un "gabinete de curiosidades" contemporáneo. Mariajosé Gallardo se apropia de la manera en que las Kunstkammer o "cámaras de las maravillas" presentaban sus colecciones de cuadros y objetos extraños, para mostrarnos su propia selección con una estructura y temática calculada y precisa. Más de 50 lienzos que se organizan a partir del retrato de una dama de cuerpo entero y que, entre otras cosas, nos invitan a repensar el papel histórico que la indumentaria (y su representación plástica) ha tenido en el proceso de naturalización de las identidades y diferencias de género. El cine, la moda, la música, el cómic y, sobre todo, la historia de la pintura, son las fuentes que originan y configuran el territorio estético de esta artista. Un universo personal en el que conviven de manera nada traumática elementos como las luces de Vermeer, la estética punk de Balmain, las vanitas de Valdés Leal, las veladuras de Tiziano, el barroquismo de La Roldana, las Inmaculadas de Murillo, las páginas de Vogue o las Santas de Zurbarán.
Quien lea Hadjí Murat, la novela de Tolstói, tal vez repare en la abundancia de términos procedentes de diversas lenguas de la región del Cáucaso que aparecen en el texto sin traducir. Esas palabras, tomadas en conjunto, esbozan el paisaje material y humano de aquella región. Pero la precisión de ese vocabulario original se diluye por la ausencia de una imagen clara que pueda formarse en nuestra mente. Realidades concretas, designadas por términos de uso corriente que, sin embargo, permanecen como enigmas, apenas aclarados por notas a pie de página. Este proyecto se propuso, en principio, buscar una equivalencia visual de cada una de esas palabras. Un poco más tarde, a esa labor de reconstrucción se añadió otro grupo de obras que eran, por así decirlo, comentarios en forma de escultura sobre el trabajo de algunas figuras clave en la historia de la arquitectura y el diseño modernos. Así, a la formalización "natural" que las cosas y las personas adoptan en el seno de una cultura vernácula, se opondría este otro momento de la historia del arte en el que todo objeto es ya una creación deliberada y artificiosa. Esta exposición trata sobre lo otro, sobre aquello que nos aventaja en barbarie o en refinamiento. También sobre la nostalgia del oficio. Y, acaso, sobre el trabajo manual, preciso y exigente hasta el exceso, como forma de asumir un destino.
Más allá de una exhibición de obra última, esta exposición de Miki Leal (Sevilla, 1974) se plantea como un proyecto de mayor hondura donde aparecen elementos inéditos relacionados con la memoria personal y algunas cuestiones fundamentales de su vida. Esta reflexión sobre sí mismo ha avivado evocaciones de su infancia y recuerdos íntimos, una búsqueda del origen de su condición artística que indaga de manera intuitiva en las raíces de aquello que lo constituye y determina como creador. El punto de partida es la recuperación de sensaciones relacionados con la felicidad de la niñez, interpretando a su modo algunos objetos de ese primer hogar y otras huellas profundas que han permanecido latentes en su interior. Unos de los aspectos más novedosos de Plato combinado es la inclusión de pequeños bodegones realizados con barro cocido, El artista nunca antes había empleado la cerámica, un material que es fácil vincular a la particular personalidad del museo, primero monasterio cartujo y posteriormente fábrica de loza. Asimismo, para este proyecto realizará varias intervenciones específicas en el edificio y concebirá junto a Cristóbal Quintero una instalación pensada ex profeso para la Capilla de Afuera.
Fiel a la pintura figurativa toda su vida, Sylvia Sleigh (Gales, 1916 - Nueva York, 2010) se convirtió en una pieza importante de la escena feminista neoyorquina durante la década de los 70. Despojando a la pintura de la rigidez de una mirada eminentemente masculina y estableciendo un diálogo entre lo contemporáneo y la tradición pictórica europea, retrató al mundo del arte al completo: críticos, coleccionistas, artistas, hombres y mujeres, travestidos y desnudos. Su aproximación es de carácter marcadamente sensual y sexual, y da mucha importancia a los detalles, creando composiciones a menudo cargadas. Estrategias como éstas fueron fundamentales en la construcción de una nueva historia de la representación que se hizo eco de los importantes cambios acaecidos en su época. Sin embargo, su papel no se ha valorado debidamente hasta hace poco, cuando exposiciones como WACK! Art and the Feminist Revolution, organizada por el MoCA en 2007, han puesto en valor su figura.
Desde el comienzo de su carrera, hace más de cuarenta años, Guillermo Pérez Villalta ha mantenido la norma de reservar para sí mismo alguna de las piezas más significativas expuesta en cada una de sus exposiciones, bien por su valor sentimental o por la importancia que el artista les otorgaba dentro de su trayectoria. El resultado ha sido que, más allá de la habitual acumulación dispersa de piezas propias, habitual en el estudio de los artistas de tan dilatada carrera, Villalta resulta ser su mejor coleccionista, poseyendo la más completa y esclarecedora colección que existe sobre su trabajo. Souvenir de la vida es la presentación pública de parte de ese legado, que permite al visitante atisbar la importancia artística de lo reunido durante tantos años junto a otros elementos de la vida privada del autor, indisociables para entender la dimensión última de su poética.
Como en las maniobras de aproximación en un aterrizaje, trazar círculos hasta descender y tomar tierra podría ser una táctica adecuada. Si a ello sumamos la segunda parte del título de esta sesión expositiva, se comprenderá mejor la intención de acercarse a las prácticas conceptuales, tan decisivas en el devenir del arte contemporáneo, o bien dando un rodeo o bien tangencialmente. Las periferias conceptuales que aquí interesan son tanto geográficas, como de aquellas ideas no centrales que este movimiento desarrolló desde sus inicios. Esa tendencia que aquí se busca de ir hacia los márgenes del mapa bien pudiera ser simbolizada por dos muestras individuales que componen esta sesión expositiva. Por un lado, la del ya citado Nacho Criado, no sólo por su condición de periférico respecto a los principales centros artísticos internacionales, sino también por cómo abordó esas prácticas tempranamente en el panorama artístico español. Por otro, la artista chilena Lotty Rosenfeld une a la geografía su rebelión frente a cuestiones políticas y de género. Además, son tangenciales por distintos motivos a las prácticas conceptuales los artistas Agnès Varda y Ai Weiwei. Por último, las dos colectivas –realizadas a partir de obras de la colección del CAAC– se inspiran en el libro de Simón Marchán, recientemente reeditado, titulado Del arte objetual al arte de concepto.
A través de más de dos centenares de obras de la colección permanente del CAAC, esta exposición indaga en dos de las principales líneas de desarrollo del arte de acción: el arte de comportamiento, centrado en el análisis de las formas de relación individual y social; y el body art que nació como desarrollo del anterior y abarca gran cantidad de manifestaciones artísticas relacionadas con el cuerpo. La muestra incluye desde trabajos de algunos de los protagonistas históricos de estas tendencias -Valie Export, Marta Minujín, Bruce Nauman o Rudolf Schwarzkogler- hasta obras de artistas más recientes y en las que perviven referencias al arte de comportamiento o al cuerpo como espacio de investigación social. A todos ellos se une una nutrida presencia de artistas andaluces que, en las últimas décadas, han continuado explorando cómo el cuerpo es un lugar propicio desde el que indagar en las secuelas del poder y ahondar las grietas que en él produce la alteridad.
A finales de los años 70, Chile era un país bajo una dictadura militar. Este contexto proporcionó a Lotty Rosenfeld gran cantidad de material para crear un arte que trascendiese los límites de su represiva realidad. Al abordar la complejidad de la vida cotidiana de su país sin reproducirla, Rosenfeld lleva a su público a esa oposición que ella siente hacia todas aquellas situaciones que violan los derechos humanos, sin importar si vienen dictadas por generales crueles o determinadas por las maniobras de una economía de mercado. Por una poética de la rebeldía nos acerca al trabajo realizado por esta artista entre 1979 y 2013, incluyendo una nueva versión de una de sus obras más emblemáticas, Una milla de cruces sobre el pavimento, acción que ha llevado a cabo en espacios muy distantes y diferentes, aunque dotados siempre de una gran carga simbólica (desde el Palacio de la Moneda de Santiago de Chile a las inmediaciones de la Casa Blanca en Washington, pasando por la Plaza de la Revolución en La Habana o el Muro de Berlín). Esta exposición abarca, por tanto, más de 30 años de práctica artística rigurosa y explora cómo el arte y las perspectivas sociales pueden crear contextos en los que el arte y la estética se unen fuera del canon tradicional. Las diferentes manifestaciones comprendidas dentro de la estética de la resistencia han construido diversas vías de conocimiento en los desarrollos artísticos de las últimas décadas. Ai Weiwei podría singularizar una de las vertientes de esta estética entendida en un sentido no muy lejano a lo que Hal Foster definió como postmodernismo de resistencia: aquel que piensa políticamente las cuestiones referidas al lenguaje y a la representación. Para situarse ante su obra, es necesario ser conscientes del tiempo y del espacio en los que se produce: el tiempo del capitalismo de Estado en el profundo cambio geopolítico en China durante las últimas décadas. La gran mayoría de sus trabajos participan de ese tiempo político y de ese espacio cultural y, al igual que ellos, están en continua y vertiginosa trasformación. Esta es una sus características: utilizar y pervertir la tradición cultural china y la artística occidental como actos de resistencia política, para los que se vale de todas aquellas herramientas que le son útiles, a las que une como singularidad la rapidez en el empleo de las redes sociales. La exposición de Ai Weiwei en el CAAC parte culturalmente de un tiempo y un espacio concretos: por un lado, nuestra contemporaneidad; por otro, nuestro propio espacio físico, el antiguo monasterio cartujo unido a la expansión colonial, que en el siglo XIX se transformó en fábrica de loza y porcelana china. Por este motivo, la muestra tiene como protagonistas sus trabajos cerámicos, en un intento de comprender lo que Roger Buergel denominó en documenta12 -en la que participó activamente Ai Weiwei- como migración de las formas.
Pionero del arte experimental español, Nacho Criado analiza en su obra el comportamiento material y la evolución física del objeto, sus aspectos procesuales y espaciales. Partiendo en la década de los 60 de principios formales minimalistas, evoluciona después hacia el empleo de materiales pobres y desechados de marcado carácter povera. Paralelamente desarrolla un profundo interés por lo conceptual, interrogándose por cuestiones como la relación entre la idea y su materialización formal, el paso del tiempo, la identidad o la condición híbrida de la práctica artística. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo presenta la primera retrospectiva de este artista andaluz en su tierra, mostrando la variedad de medios y prácticas artísticas que utilizó. El título de la exposición surge de una declaración en la que Criado hablaba de la mínima incidencia del artista en la producción de su obra, lo que permitiría que el resto de los elementos del mundo la completaran a modo de agentes colaboradores. Una convicción que mantiene sus piezas como un elemento vivo, terminado como objeto pero inacabado como obra de arte. Las dos orillas de Agnès Varda bien pudieran ser el cinéma-verité y la nouvelle vague. Los años 60, en cualquier caso, con el foco puesto en la oposición entre lo teatralizado y lo no-teatralizado. También los convencionalismos de la sala de cine y de la sala de exposición. En ambas están las huellas de la artista, sus pisadas como registro del transitar por esas playas. Por eso su exposición en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo las tiene como puntos de referencia inclusiva: instalaciones visuales, pero también películas; obras recientes las primeras, trabajos de los años 60 y 70 las segundas. Chrissie Iles ha reflexionado, precisamente, sobre cómo en esos años se produce un desplazamiento de la imagen fija a la imagen en movimiento en la producción artística, al mismo tiempo que se cuestiona la sala de cine como espacio rígido donde el espectador tiene una única posición, generándose un cambio radical en su mirada, que ya no puede ser únicamente frontal, como en el teatro a la italiana. Y esto lo retoma Varda cuando en los años 2000 inicia lo que se podría denominar como su producción museística partiendo de dispositivos artísticos del pasado que, con una nueva mirada y la inclusión de la imagen en movimiento, son renovados.
El conceptual lingüístico ha sido tradicionalmente
considerado como el núcleo duro del arte conceptual, que ha tenido a
Joseph Kosuth y a Art & Language como principales exponentes. El arte
como idea y el lenguaje como materia del arte podrían ser dos de sus
máximas. Esta exposición, organizada mediante una selección de los fondos
de la colección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, intenta indagar
en cómo estas propuestas y proposiciones se han ido ampliando tanto
por parte de sus protagonistas, como retomadas desde diferentes ópticas
por sucesivas generaciones de artistas hasta la actualidad. Como una
gota que cae en una superficie de agua, las ondas expansivas que el
conceptual lingüístico provocó desde mediados de los años 60 del pasado
siglo no han dejado de ir ampliando su campo de acción, diluyéndose
e integrando a su paso otros aspectos, como pueden ser la poesía visual,
la canción como cuestionamiento del lenguaje y de la acción social,
el libro, la biblioteca, las prácticas de archivo, la escritura, los
textos y su ocultación… Estas diferentes ondas van conformando en esta
muestra un recorrido a modo de deriva por estos círculos concéntricos.
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